miércoles, 27 de enero de 2016

"La CONFIANZA en sí mismo es el primer secreto del éxito".

La CONFIANZA en uno mismo, no se gana con grandes GESTAS, se gana con los PEQUEÑOS detalles, los pequeños COMPROMISOS que adquirimos con NOSOTROS mismos.





Al igual que MUCHAS veces hemos podido FALLAR a personas (en el sentido de no cumplir lo acordado), también nos hemos FALLADO a nosotros mismos muchas veces.

Esto hace que no nos tomemos en SERIO cuando nos comprometemos, y esta es muchas veces la base de no ALCANZAR lo que conscientemente nos planteamos.

La INFORMACIÓN que nos lanzamos lleva acompañada una ausencia de VALOR que impide ser tomada en serio por nuestro subconsciente.

Empezar comprometiéndonos con pequeñas HAZAÑAS, y cumpliendolas hace que empecemos a CREAR la sólida base en la que AFIANZAR la FE en nosotros mismos.

Con esta BASE firme, al fijarnos cualquier reto, no habrá lugar a la DUDA, pues eso es tener FE.

Marc Soriano
Coach ejecutivo

domingo, 24 de enero de 2016

El poder de la mente

La mente humana siempre ha sido tan misteriosa y fascinante como cualquier cosa en nuestro universo. En los últimos tiempos, la investigación dirigida a los asuntos de la mente se ha convertido en un tema importante de la ciencia experimental. Con este enfoque científico, hemos descubierto lo siguiente: los procesos mentales, conectados a las experiencias emocionales, tienen un efecto en la salud y la enfermedad.



A medida que el siglo XX llegaba a su fin, asimilamos la existencia de una conexión entre lo que sucede en nuestras mentes y la forma en que los pensamientos y emociones afectan nuestros cuerpos. Gran parte de nuestras enfermedades graves, se cree, tienen la influencia de factores mentales y emocionales. Algunas investigaciones recientes sobre la salud y el bienestar discuten cómo podemos utilizar nuestras mentes mediante técnicas de visualización para luchar contra la enfermedad.

Debemos recordar que nuestras mentes son el centro de un complejo sistema nervioso. Tenemos redes de células nerviosas -denominadas redes neuronales- que se extienden en todo nuestro cuerpo y que conectan cada tejido a nuestro cerebro. Impulsos eléctricos, a velocidades muy altas, pasan datos desde y hacia nuestras mentes.

Nuestra mente consta de dos partes, a saber: una consciente y otra inconsciente. La mayoría de nosotros estamos muy familiarizados con la mente consciente, ya que organiza y dirige nuestra vida exterior. Sin embargo, un número alarmante de nuestras decisiones que afectan a nuestra vida proceden en realidad de nuestro subconsciente. Este último, el inconsciente, es muy potente y posee muchas funciones.

Veamos algunas de las funciones del inconsciente. Para empezar, nuestro inconsciente actúa como un banco de memoria. Increíblemente, todo lo que hemos experimentado se almacena allí. Este sistema almacena en realidad una multitud de patrones de memoria que va a alimentar de información a la mente consciente cuando está activada.

El inconsciente también controla y regula las funciones involuntarias del cuerpo como la respiración, la circulación, el metabolismo, la digestión, el equilibrio hormonal, entre otras funciones. Otra función del inconsciente consiste en actuar como sede de todas nuestras emociones. Desde nuestras emociones se determinan la intensidad de nuestros deseos que, a su vez, afectan a nuestro comportamiento; por lo tanto, el comportamiento tiene un fuerte contenido emocional.

Además, la parte de la mente inconsciente corresponde al hogar de la imaginación. Incluso cuando no se utiliza, todos nosotros tenemos una imaginación activa que se puede usar para crear nuestros objetivos. De hecho, la visualización creativa es uno de los mayores secretos del éxito.

Nuestro inconsciente también lleva a cabo nuestra conducta habitual. A través de la utilización directa e indirecta del Coaching, la PNL, las Técnicas de Visualización, las herramientas de la Ley de la Atracción, entre otras herramientas, podemos desarrollar un sistema de reprogramación positiva del inconsciente que puede ser dirigido hacia la creación de nuestros objetivos. Y usted: ¿está listo para utilizar todas estas técnicas a su favor?

Marc Soriano
Coach ejecutivo

viernes, 8 de enero de 2016

Un día de estos, no es ninguno de estos días

“Por mucho que lo intento, me resulta imposible poder gestionar mi tiempo. Algo debo de hacer mal. Planifico, y no me sirve de nada. Siempre acabo haciendo lo que era para ayer, siempre acabo llegando tarde a todos los lados. Me falta tiempo.” Era lo que comentaba desesperada, el otro día en una reunión, una directora de departamento. La veía rendida, y el tiempo no le rendía.
Decía Peter Drucker, gran pensador del mundo de la empresa, que “el tiempo es el recurso más importante; quién no lo sabe administrar, no sabe administrar absolutamente nada”.
Dicen que está comprobado que perdemos más de tres horas al día en el trabajo, a causa de rutinas inadecuadas, que repercuten directamente no solo en la calidad del trabajo, sino en la calidad de las vidas de los trabajadores, que se ven sometidos a agobios y prisas para terminar la labor.
Quizá el primer error que cometen estas personas es pensar que la eficacia es una cuestión de reloj, siendo más bien que se trata de una cuestión de brújula. A menudo no saber bien adónde ir se convierte en la dificultad más grande para ser efectivo. Cuando un trabajador tiene perfectamente fijadas sus metas, es muy difícil que pierda el tiempo, pues perder el tiempo, es hacer cosas menos importantes que las que podrías hacer para llegar a ver cumplido el objetivo.
Como si fuera una mandato inquebrantable, muchos trabajadores actúan bajo la consigna “si lo quieres pronto y bien hecho, hazlo tú mismo”, y así se cargan con cantidad de trabajo que podían y deberían hacer otros. Se equipara delegar a abdicar, siendo que delegar es invertir a medio plazo.
Luego: la dispersión. Saltar de tarea en tarea, como si no se fuera consciente de que uno sólo puede ocuparse eficazmente de una cosa. Y así, buscando la actividad por la actividad, se cambia de una tarea a otra, sin reparar en que esta actitud, encarece las dos, y no sólo eso, sino que las retrasa. Y aviso a navegantes: no cuenta lo que trabajas, sino lo que terminas.
La dispersión puede tener que ver con la procrastinación, es decir con el hecho de dejar de atender algo que me supone incomodidad (aunque se que tarde o temprano lo tengo que hacer), y sustituirlo por algo que me da placer. Algo parecido a cuando a un niño se le dice que haga los deberes, y contesta que le dejes ver un poco más la tele. Así, algunos trabajadores, aplazan la realización de determinados asuntos pues implica molestia. A sabiendas de que lo tendrán que hacer.
El no fijar el momento en el que se han de hacer las cosas, favorece que permanezcan sin hacer. “Lo haré un día de estos” es prácticamente dejarlo sin hacer, ya que como dice un refrán inglés: “un día de estos, no es ninguno de estos días”
La procrastinación afecta a diversos perfiles, desde directivos que aplazan reuniones porque las prevén conflictivas o desagradables, a estudiantes que se ponen a estudiar la noche de antes del examen, trabajadores que apilan expedientes o informes antipáticos o costosos… En fin: una plaga de gente que va diciendo frases del tipo: "hay tiempo más que de sobra!, no es necesario empezar a hacerlo ya!", y cuando llega el plazo de entrega, piden una dilatada prórroga, y entonces dicen: “Solo trabajo bien bajo presión…”. Claro, es que si no, no trabajan. Siempre parecen estar esperando el momento justo.
En ocasiones se culpa al trabajo de la falta de tiempo para realizar nuestros objetivos, y así puede ser habitual ver a un gerente decir que trabaja tanto (todo es urgente), que no le queda tiempo para hablar con los trabajadores o con los clientes (aunque reconoce que es importante), y quizá en aras de realizar un buen trabajo, debería revisar sus prioridades, ya que lo importante le conduce a los objetivos, y lo urgente al estrés.

Marc Soriano
Coach ejecutivo