Existen muchas dimensiones diferentes en una empresa: la atención al cliente, la plantilla de trabajadores, los productos que se ofertan, el marketing, la limpieza del local… Sin embargo, a todos estos elementos, conviene sumar otro que es tanto o más importante: el emocional. Las emociones no se ven, son invisibles, sin embargo, se sienten con mucha fuerza hasta el punto de que pueden llegar a potenciar el rendimiento laboral de un trabajador o, por el contrario, pueden limitarlo.
Las emociones interfieren de una forma clara y directa en las relaciones interpersonales entre los compañeros de trabajo y también, en la relación que estableces con tu jefe. Por ello, existen emociones que crean muros: así sucede en el caso de la falta de comunicación, la rivalidad, la falta de comprensión mutua, la indiferencia, la tensión, los malos modos…
Por ello, hoy día, las empresas también ponen recursos para mejorar la comunicación y la coordinación. De hecho, el coaching es una tendencia en alza. Del mismo modo, la Inteligencia Emocional ayuda a comprender y manejar mejor no sólo las emociones propias sino también, las de los demás. El aprendizaje emocional es una responsabilidad individual. Es decir, cada persona debe conocerse mejor a si misma, tener una actitud adecuada para trabajar en equipo, y entender que las emociones interfieren en el curso de la rutina laboral. La gestión emocional en el trabajo, mejora el rendimiento.
Marc Soriano
Coach ejecutivo
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