miércoles, 2 de enero de 2019

Como sumergirse en una sesión de coaching con habilidad.

Una sesión de coaching no es simplemente una conversación entre dos personas.


En una sesión de coaching debe existir un profundo respeto mutuo, sin el cual se producen situaciones de desequilibrio poco adecuadas para el propósito común.


Una ausencia de prejuicios hacia el cliente por parte del coach, elemento que facilita presentarse como una “tabula rasa” en la que se puede escribir una nueva y diferente historia.

Unas normas definidas previamente en la asociación, con las que se afianza la relación de confianza recíproca y se delimita un entorno plácido y seguro en el que interactuar de forma productiva.

Un tiempo predefinido para empezar y acabar.

Un intercambio, donde coach y coachee andan de forma conjunta hacia el objetivo.

Un entorno de confidencialidad, que fortalece y protege los aspectos más íntimos en la relación coach-coachee.

Un compromiso mútuo en el proceso, con el que cada parte se identifica y crea consciencia de su responsabilidad.

Un ánimo por parte del coach de comprender lo que el cliente quiere para él.

Una escucha empática por parte del coach, que permite entender las creencias y valores que posee cada coachee. Un objetivo, sin el cual no hay sesión de coaching.

Una creencia por parte del coach de que el cliente posee potencial para alcanzar la meta.

Un aprendizaje que parte del cliente, el cual es significativo para él y para alcanzar el objetivo que se ha propuesto.

Una exploración presente y futura centrada en el “quién”.
Finalmente, entre muchas otras sensaciones que seguro me dejo atrás, debe establecerse un plan de acción para posibilitar el alcance de metas relevantes.

Marc Soriano
Coach ejecutivo

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