Una vez que se han fijado
unos objetivos a largo plazo y otras metas menores a corto plazo, el líder
tiene que establecer unos sistemas de medición que permitan conocer si la empresa
se aproxima o no a la consecución de sus objetivos.
Los sistemas de medición
permiten saber en que aspectos se avanza y en que otros hay que redoblar los
esfuerzos.
También permiten a los
departamentos responsables conocer el resultado de sus actuaciones,
experimentar nuevos métodos de trabajo y ver cuales resultan eficaces.
Estos sistemas de medición
tienen que ser absolutamente objetivos.
Por ejemplo, si la empresa
se ha fijado como meta mejorar su rentabilidad en X puntos puede utilizar como
indicador el ROE (rentabilidad sobre fondos propios medios).
Si lo que se quiere medir es
la eficacia de su fuerza de venta puede utilizar el ratio "ventas/vendedor".
En definitiva, cuando se
establecen metas hay que cuantificarlas, hay que ponerle números al desempeño,
hay que ver en qué medida la empresa avanza o no en la consecución de las mismas.
Por ejemplo, si el objetivo es mejorar la calidad percibida por el cliente, esto no puede quedar en una mera declaración de principios, en un simple ideal, sino que hay que definir indicadores que midan este concepto (por ejemplo, "nº de reclamaciones de clientes por cada mil pedidos atendidos").
Si se quiere mejorar la calidad del proceso de fabricación se podría utilizar como indicador el porcentaje "piezas defectuosas sobre total de la producción".
Si se quiere mejorar el
desempeño de la red comercial, algunos posibles indicadores serían "nº de
clientes por vendedor", "nº de pedidos por vendedor",
"beneficio por vendedor", etc.
Medir el rendimiento de una
actividad puede ser un asunto complejo ya que puede haber diversos matices (por
ejemplo, no es lo mismo mejorar las ventas concentrando el crecimiento en un
solo cliente que diversificándolo entre varios). Por ello, es preferible no establecer
un solo indicador para medir un aspecto determinado sino una batería de indicadores.
Esto permitirá controlar de
forma más exhaustiva aquello que se quiere medir.
Los indicadores de desempeño
que se vayan a utilizar deberían haber sido discutidos y consensuados con los
departamentos que se vayan a ver afectados.
En primer lugar son los que
mejor conocen su actividad y, por tanto, los que tienen mejor criterio para ver
los "pros" y "contra" de cada uno de ellos.
Además, no puede haber
discrepancias sobre la validez de los indicadores utilizados.
Los departamentos afectados
son los primeros que deberían utilizar estos medidores para obtener información
y poder tomar las medidas oportunas.
Estos indicadores permiten
analizar la evolución del desempeño en el tiempo (ver si la empresa mejora o
no), así como comparar los resultados obtenidos con los de los competidores
(ver donde se está por delante y donde hay que mejorar).
F & M´s
Coach ejecutivo. Consultoría empresarial.
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