El
liderazgo exige lograr una visión común, que sea compartida por toda la
organización.
Todo el grupo debe conocer muy bien cuales son las metas fijadas.
Pero
esta visión común no es incompatible con un estructura descentralizada, en la
que cada departamento disfrute de cierta autonomía en la organización de su
trabajo.
La
organización dará lo mejor de si misma cuando dispone de cierta libertad para desarrollar
su trabajo.
Además
es una muestra de confianza por parte del líder, algo que los empleados saben valorar.
Lo contrario ocurre cuando el líder se inmiscuye hasta en los últimos detalles, coartando la libertad de las personas, generando un ambiente muy tenso. Con esta actitud tan sólo se consigue anular la creatividad de los empleados, su ilusión por innovar (el empleado se limitará a hacer le que le digan).
Entre
las ventajas que ofrece un sistema descentralizado se pueden señalar las
siguientes:
Los
empleados se responsabilizan más, se favorece la toma de decisiones y el
responder de los resultados.
Es
una estructura más ágil, que reacciona con mayor rapidez ante los
acontecimientos, que puede afinar mejor sus respuestas.
Se fortalece el sentimiento de formar parte de la empresa (cuando a las personas se les trata con madurez responden dando lo mejor de si misma).
Para
que la descentralización no sea incompatible con una cultura común en toda la organización,
el líder debe fomentar la comunicación en todas las direcciones (descendente,
ascendente y horizontal).
Tiene que fomentar que los empleados se conozcan, que no existan departamentos estancos. Tiene que conseguir que el grupo comparta valores comunes.
Marc Soriano
Coach ejecutivo.
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