viernes, 5 de abril de 2019

¿Qué es el analfabetismo emocional?

Sabemos que el término “analfabetismo” tiene una connotación negativa. Sin embargo, no podemos llamar de otro modo a una realidad psicosocial más que evidente. Pongamos un ejemplo, en la actualidad se habla mucho de la figura de los líderes transformadores. De personas capaces de dinamizar una organización gracias a su buen manejo de la inteligencia emocional, de la motivación, de su don para producir impacto en los demás y crear entornos donde las personas pueden hacer uso de su creatividad.


En ocasiones se venden ideas que en la realidad, brillan por su ausencia. Así, es bastante común encontrarnos con directivos o líderes empresariales incapaces, no solo de infundir inspiración a los demás, sino con una nula capacidad para controlar sus emociones, su frustración, su enfado… Son como niños de 3 años enfadados por no obtener aquello que desean, situados por completo en ese pensamiento egocéntrico definido por Piaget en su momento.
Veamos no obstante, qué dimensiones caracterizan el analfabetismo emocional.
  • Incapacidad para entender y manejar las propias emociones.
  • Dificultad para comprender las de los demás.
  • Esa falta de autoconciencia emocional los sitúa a menudo en terrenos muy sensibles. Reaccionan de forma desmedida ante cualquier problema, se sienten agobiados y superados ante cualquier dificultad, sea pequeña o grande.
  • No empatizan, son incapaces de situarse en la mirada ajena, de comprender realidades diferentes a la suya.
  • Sus habilidades sociales son muy rígidas y aunque en ocasiones pueden desenvolverse, les falta sensibilidad, asertividad y esa cercanía auténtica con la que crear lazos significativos y no solo relaciones motivadas por el interés personal.
  • Por otro lado, los costes del analfabetismo emocional pueden ser enormes: pensamiento polarizado, represión, racismo o sexismo, narcisismo, necesidad obsesiva por tener la razón…
Asimismo, hay un dato no menos importante que conviene recordar. El analfabetismo emocional, es decir, esa falta de recursos psicológicos y mecanismos emocionales con los que manejar mejor dimensiones como la tristeza, la rabia, el miedo o la decepción, nos hace a su vez mucho más vulnerables a una serie de trastornos mentales.
Así, condiciones como la depresión o los estados de ansiedad crónica son muy comunes en perfiles con poca o nula habilidad para gestionar mejor esos estados internos.
Marc Soriano
Coach ejecutivo

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