En
este capítulo destacaremos aquellas otras características del líder, asimismo importantes,
que permiten fortalecer su papel.
Trabajador:
El líder debe mostrar una gran dedicación al trabajo, debe predicar con el ejemplo,
trabajar duro, que el grupo vea que está volcado con la empresa. Uno no puede
exigir a sus empleados mayor dedicación si no predica con el ejemplo. Pero el
líder debe ser capaz de llevar una vida equilibrada, de compaginar su actividad
profesional con su faceta personal, familiar, social, etc.
El
líder debe demostrar a sus empleados que es perfectamente compatible una gran dedicación
profesional con una rica vida privada.
El
entusiasmo, la energía, la ilusión que exige el liderazgo sólo se consigue con
una vida intensa, entretenida, variada. El líder es una persona que sabe
disfrutar de los placeres de la vida.
Perseverante:
Las metas que fija el líder son difíciles de alcanzar y tan sólo con un
esfuerzo sostenido se pueden lograr. Los obstáculos serán numerosos y en
ocasiones pueden flaquear las fuerzas. Tan sólo la perseverancia (una auténtica
obsesión por alcanzar los objetivos) permitirá triunfar en el empeño.
Flexible:
Las circunstancias son cambiantes, lo que hoy vale puede que no valga mañana,
los colaboradores tienen sus propios criterios y en ocasiones pueden ser más
acertados que los del líder. El líder que se atrinchera en sus posiciones está
llamado al fracaso, además daría una muestra de soberbia que le llevaría a perder
la simpatía del grupo. Un auténtico líder no teme que por cambiar su punto de
vista o por aceptar la opinión de un subordinado esté dando muestras de
debilidad. Todo lo contrario, proyectaría una imagen de persona abierta,
dialogante, flexible, pragmática, que contribuiría a aumentar su
prestigio
entre los colaboradores.
Autodominio:
El líder es el referente del equipo, debe ser capaz de controlar sus emociones,
especialmente en los momentos delicados; no puede mostrar su abatimiento ante
un suceso negativo (Si él cae, la organización se derrumba). El líder tiene que
ser una persona fuerte, capaz de mostrar serenidad e infundir tranquilidad en
los momentos más difíciles.
El
líder determina en gran medida el estado de ánimo de la organización. Si el líder
se muestra optimista, animado, con energía, la plantilla se contagiará de este estado.
Si por el contrario, se muestra pesimista, desanimado, preocupado (y lo
manifiesta), el ánimo de la organización se hundirá.
Prudente:
Aunque el líder sea una persona que asume riesgos, no por ello deja de ser prudente.
Es el último responsable de la empresa; el bienestar de muchas familias depende
de él, por lo que no se puede permitir el lujo de actuar de manera
irresponsable. El líder conoce los puntos fuertes y las debilidades de su
organización, respeta a sus adversarios, asume riesgos controlados tras un
análisis riguroso. El líder tiene que luchar contra el endiosamiento, entendido
como un exceso de autosuficiencia que le puede llevar a perder la prudencia.
Realista:
El líder está siempre con los pies en el suelo, sabe compaginar su visión del
largo plazo con el día a día, conoce las dificultades que conllevan sus
objetivos, el esfuerzo que exige a los empleados. También conoce sus propias
limitaciones.
Justo:
El líder debe ser (y parecer) una persona justa, tanto en la exigencia como en
el reconocimiento, y debe preocuparse porque la organización así lo perciba. No
puede dar lugar a agravios comparativos. El líder debe reconocer los aciertos y
fallos de sus colaboradores de manera objetiva, debe ser igual de exigente con
todos y ecuánime en las recompensas. Los empleados entienden y aceptan que se
les exija, lo que no tolerarán nunca será la injusticia.
Humano:
El líder es una persona cercana, próxima, cálida, comprensible. Esta cualidad es
básica lograr no sólo el respeto del equipo, sino también su aprecio. El ser
una persona exigente y rigurosa, el tener que utilizar en ocasiones su
autoridad, no tiene por qué estar reñido con mostrase de una manera sencilla y
natural, preocupado por su gente. Resulta absurda (y contraproducente) la
actitud de muchos altos directivos (que no líderes) de mostrarse altivos,
fríos, distantes.
Accesible:
El líder tiene que ser una persona accesible para su equipo, tiene que estar disponible
para cualquier empleado de la empresa que tenga algo que decirle. Si quieres
que la organización esté contigo, te tienen que conocer, ver que eres uno más
de ellos. Si quieres que te aprecien tienes que darle la oportunidad de que te
traten. Un líder distante difícilmente motiva; en el mejor de los casos produce
indiferencia y en el peor origina rechazo.
Humilde:
La humildad implica reconocer las propias limitaciones, saber escuchar y pedir consejos,
reconocer los errores que uno comete y los aciertos de los demás. La humildad no
es síntoma de debilidad, sino de persona realista, con los pies en la tierra.
La humildad ayuda a ganar el respeto del equipo. El líder que va de prepotente
dispone a la organización en su contra.
Generoso:
la generosidad es fundamental en todo líder. Los empleados han depositado en él
su confianza, pero además de interesarles el futuro de la empresa, les preocupa
su situación personal.
La
relación profesional no deja de ser una transacción en la que el trabajador
aporta su trabajo a cambio de un salario, una carrera profesional, un
aprendizaje, un reconocimiento, etc.
Si
el líder es exagerado en su nivel de exigencia, debe ser igualmente generoso en
las retribuciones, reconocimientos y premios.
Culto:
El líder debe preocuparse por desarrollarse personalmente, por alcanzar un
elevado nivel cultural. El líder tendrá que tratar con numerosas personas,
hablar en público, presidir reuniones, atender visitas, etc., y en todo momento
debe saber moverse con soltura (es el representante de la empresa). El
conocimiento es fuente de ideas, muchas de las cuales podrá aplicar en la
gestión de su organización.
Inquieto:
El líder es una persona inconformista, que le gusta indagar, aprender de la
gente. Esta inquietud le lleva a estar permanentemente investigando nuevas
alternativa, a ir por delante del resto. En el mundo actual, una persona
conformista termina quedándose obsoleta inmediatamente.
Con
sentido del humor: El humor es fundamental en la vida, siendo especialmente
útil en los momentos de dificultad. La gente se identifica con aquellas
personas que saben ver el lado divertido de la vida. El líder que abusa de la
seriedad y de los formalismos difícilmente consigue generar entusiasmo entre
sus empleados.
El
líder tiene que tener claro que hay momentos para las formalidades y momentos
para cierto desenfado y no por ello va a perder el respeto de su equipo, sino
que, todo lo contrario, conseguirá estrechar los lazos con sus colaboradores.
Optimista:
El optimismo es contagioso, se expande al resto de la organización. El optimista
es una persona que no teme las dificultades, que ve los obstáculos
perfectamente
superables; esto le lleva a actuar con un nivel de audacia que le permite alcanzar
algunas metas que una persona normal ni siquiera se plantearía. Además, la
persona optimista se recupera rápidamente de los fracasos y tiende siempre a mirar
hacia adelante.
En
buena forma física: El líder tiene que cuidarse, llevar una vida sana, hacer
deporte, cuidar su alimentación, descansar. Es la única forma de poder rendir
al 100% en el trabajo.
Marcos soriano
Coach ejecutivo.